Guest Post by Nick

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I wouldn’t usually share such a personal experience, but in sight of recent events, I hope my words can bring peace to somebody somewhere. I am a convert to the LDS church. As a young gay man I had the secret hope that it would be “the cure” of my homosexuality. But it wasn’t. Nearly 10 years ago, the elder who taught me went back home to his country and had never been able to return. Until this week.

Little did I know how perfect the timing would be when he said he wanted to meet and hang out. Although I haven’t been very active lately, I do consider myself a mormon, I love church and moreover, I love the gospel. Back when I was 16 I received a strong testimony of Christ and the nature of God and His plan. It brought me peace. But everything fell apart when I came to terms with my sexuality 3 years ago.

My church leaders knew about my sexual orientation, but it wasn’t a big fuss even when they suspected I was in a relationship. The deal breaker was when I started showing support for women ordination in my social media, and questioning some aspects of church history. I was quietly shunned from activity in my ward and somehow I lost the little privilege I still had. I talked to this missionary through the Internet, I opened up my heart and he listened. He didn’t question. He loved.

So what were the odds of meeting him yesterday, just one day after the heinous policy adjustments?  Friday morning I was seriously contemplating to send a resignation letter to church headquarters, I was in a very tangible suicidal state like I had never been before, in big part due to many other stuff going on at home lately. I felt I was this very little moth being dragged into a big void of eternal uncertainty. No eternal family up, no eternal family down. Where was I?

God works in mysterious ways and I know it for sure. But I can’t describe the feeling I had when I talked to this –now- RM, ten years later. He intentionally wanted to meet my boyfriend. Since we just moved in together I could consider myself in a state of apostasy and in need of a disciplinary council. But after sharing a meal with him and his brother, he chose to follow the path of love.

He shared a scripture with us, my little apostate family of two, about how Nephi was tied up and beaten by his brothers, and how it was through his faith, hope and by softening his heart that he could still find God. Now, while pondering on this message I remember it was through this hard afflictions that Nephi came to meet God and was rescued by angels.

I asked for a blessing, and started crying from the moment I heard my name. Part of that blessing spoke directly to my soul, when he promised I could meet God if I stick to His commandments, and how much God loves me. I felt he blessed my boyfriend through me in a very spiritual millisecond. He also prayed before that we could find God…I feel we are missing a big opportunity to show this kind of unconditional love as a church.

I somehow knew in that very moment that God is very aware of how I was feeling, and that He knew exactly what we all are. He blessed me so I could find hope and strength. He blessed me that I may find peace. And I have. As I already had 10 years before today. I don’t know what the future holds for me in regard to my church membership. I can’t stand by the church on this new policy for it hurts my family and the hope of raising my hypothetical children in the culture I love, but it sure doesn’t stop me from raising my family within the love of God, and in the gospel I cherish.

To me, this day was a turning point- I felt tied up and beaten by my own church, it uplifts me to see how God sent His faithful servants in the very right moment, I know He sent me angels. Today I echo the words of Nephi: “I don’t know the meaning of all things, but I know God loveth His children”. I stand back in the place where the story began. I don’t know what to do, but I’m in peace.

Sé que me envió Ángeles

Normalmente no compartiría una experiencia tan personal, pero en vista de los recientes eventos espero que mis palabras puedan dar un poco de paz a alguien en algún lugar. Soy converso a la Iglesia. Como un joven gay tenía la secreta esperanza que eso me “curaría” de mi homosexualidad. Pero no fue así. Casi hace 10 años, el élder que me enseñó regresó a su país y no había podido venir a visitar su área. Hasta esta semana.

Poco sabía cuando me dijo que vendría, cuán perfecto era el tiempo de su visita. Aunque no he estado muy activo últimamente, me considero mormón, amo la Iglesia y mas aún el Evangelio. Cuando tenía 16 años recibí un testimonio de Cristo y de la naturaleza de Dios y Su plan. Eso me trajo paz. Pero todo se derrumbó cuando llegué a términos con mi sexualidad hace 3 años.

Mis líderes sabían sobre mi orientación sexual, pero no era tanto relajo aún cuando sospechaban que tenía novio. La gota que derramó el vaso fue cuando comencé a apoyar la ordenación de las mujeres al sacerdocio en mis redes sociales, y a cuestionar aspectos de la historia de la Iglesia. Fui poco a poco vetado de la actividad en la Iglesia y perdí el poco privilegio que aún me quedaba. Hablé en ese entonces con este misionero, abrí mi corazón y él me escuchó. No me juzgó. Sólo mostró amor.

Así que cuál era la posibilidad de que nos viéramos justo ayer, un día después de la odiosa modificación en las políticas de la Iglesia. El viernes en la mañana estaba pensando seriamente en enviar una carta de resignación a las oficinas de la Iglesia, me encontraba en un estado tangible de depresión, como nunca antes había estado, en parte por otras situaciones en mi vida últimamente. Me sentía como una pequeña partícula siendo arrastrada a un vacío de incertidumbre eterna. Sin familia eterna hacia arriba y sin familia eterna hacia abajo. ¿Dónde estaba yo?

Dios obra de maneras misteriosas y esto lo se con seguridad. Pero no puedo describir el sentimiento cuando hablé con el –ahora- ex-misionero, 10 años después. Él me había dicho que quería conocer a mi novio. Como nos acabamos de mudar juntos, podría considerarme en un estado de apostasía y con un imperante concejo disciplinario. Pero después de compartir los alimentos con él y su hermano, él escogió seguir el camino del amor.

Compartió una escritura con nosotros, mi pequeña familia apóstata de dos, sobre cómo Nefi fue amarado y golpeado por sus hermanos, y cómo fue por medio de la fe y la esperanza, y no endurecer su corazón, que aún así pudo encontrar a Dios. Ahora al meditar en ese mensaje, recuerdo que fue por medio de esas duras aflicciones que Nefi llegó a conocer a Dios y fue rescatado por ángeles.

Les pedí una bendición y comencé a llorar desde el momento en que escuché mi nombre. Parte de essa bendición habló directamente a mi alma cuando me prometió que podía conocer a Dios si guardaba los mandamientos y sobre cuánto Dios me ama. Sentí que bendecía a mi novio a través de mí por un momento. Mi amigo había orado un poco antes para que mi novio y yo pudiéramos acercarnos a Dios, cuando pedimos por los alimentos.

De alguna manera supe en ese preciso instante que Dios esta muy al tanto de cómo me estaba sintiendo, y que sabe cómo nos sentimos todos en estos momentos. ME bendijo para que pudiera encontrar esperanza y fortaleza. No se qué me depara el futuro en relación a mi membresía en la Iglesia. No puedo aceptar esta nueva política porque lastima a mi familia y a la esperanza que tenía de criar a mis hipotéticos hijos en la cultura que amo, pero de seguro no me detendrá de educarlos en el amor de Dios y en el Evangelio que atesoro.
Para mí, este día es un giro de 180 grados, me sentía atado y golpeado por mi propia Iglesia; me sorprende ver cómo Dios envió a Sus fieles siervos en el momento preciso, incluso desde otro país hasta el rincón donde esta mi casa… Yo sé que me envió ángeles. Hoy hago eco de las palabras de Nefi: “No sé el significado de todas las cosas, pero sé que Dios ama a Sus hijos”. Cuando se fue me dejó de nuevo en el lugar donde todo empezó. No sé aún qué hacer, pero estoy en paz.